Sólo un tercio de las empresas familiares planifica su relevo generacional con antelación
El relevo generacional es un desafío crucial para las empresas familiares en España. Según el Instituto de Empresa Familiar, únicamente el 33% de estas empresas planifica a tiempo este proceso, lo que pone en peligro su continuidad. El problema es especialmente grave si se considera que el 60% de los pequeños negocios podría desaparecer en los próximos años debido a la falta de sucesión.
La importancia de planificar el relevo
Las empresas familiares, que representan el 89% de las compañías privadas en España, generan una parte significativa del empleo y del PIB nacional. Sin embargo, su supervivencia está en riesgo si no se aborda adecuadamente la planificación de la sucesión. Solo el 33% de las empresas familiares logra pasar el control a la segunda generación, y apenas el 13% llega a la tercera generación.
La falta de preparación adecuada para el relevo puede deberse a factores emocionales y conflictos dentro de la familia. Según Ricard Agustín, fundador de Family Business Solutions, este proceso suele posponerse porque los fundadores tienen dificultades para dejar el mando y abordar el tema con sus herederos.
Protocolo familiar: clave para la transición
Un paso esencial en la planificación del relevo es la creación de un Protocolo Familiar, que define las relaciones entre la familia, la empresa y la propiedad. Este documento formal permite regular el traspaso de la dirección y garantiza que se mantenga la armonía familiar y la viabilidad del negocio. Sin este protocolo, los conflictos internos pueden surgir y afectar gravemente la estabilidad de la empresa.
Retos y soluciones
La falta de formación de las nuevas generaciones y la gestión informal dentro de muchas empresas familiares agravan el problema. Expertos recomiendan una mayor profesionalización de la gestión y formación para los herederos, asegurando que estén preparados para asumir responsabilidades..
Planificar a tiempo no solo facilita una transición suave, sino que también protege la longevidad del negocio, algo clave para la economía española, donde las empresas familiares representan una gran parte del tejido empresarial.